La semana pasada vimos la inseguridad. A veces por inseguridad actuamos con timidez. A ver si esta semana los niños aciertan la emoción. Siempre es un reto para ellos y andan muy acertados.
¿Qué es la timidez?
El Emocionario
nos cuenta que la timidez es un bloqueo
que nos impide comportarnos con naturalidad, y que nos suele dominar ante
personas extrañas, no confiables o amenazadoras. En ese momento te sientes
incómodo, torpe y, por miedo a equivocarte, dejas de hablar, de moverte...
intentas pasar desapercibido. No te sientes espontáneo, e incluso es posible que
te invada la confusión.
Un
ejemplo típico sería quedarte en casa de alguien a quien no conoces mucho. Es
posible que permanezcas callado en un rincón del sofá.
La R.A.E. define TÍMIDO/A
como: “Temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo”.
Pero
esta definición acota, según los psicólogos, el significado de la palabra. En
su acepción psicológica, la timidez se utiliza para referirnos a “aquellos
niños con un patrón de conducta caracterizado por un déficit acusado en las
relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada de escapar o evitar
el contacto social con otras personas”.
La timidez
no deja de ser muy afín a la vergüenza, o incluso a la inseguridad, por lo que
resulta complicado establecer un límite entre todas ellas. De hecho, yo pienso
en la timidez más como un rasgo de la personalidad. Está claro que todos
podemos tener momentos de timidez, y sentirla en determinadas ocasiones, pero es algo más estable que el miedo o la ira, por ejemplo, unque también
hay personas más miedosas que otras o que se enfurecen con más o menos
facilidad. Nos centramos únicamente en aquello que puede ayudar a los niños.
No tiene nada de malo ser tímido o dejar
de serlo, o sentir timidez en determinadas ocasiones, dentro de unos patrones
de normalidad. Hay personas más introvertidas, personas más extrovertidas, más
vergonzosas, menos... ¡y menos mal que no somos todos iguales! Lo que puede
suponer un problema es que esa timidez nos genere malestar, nos impida hacer
algo que realmente deseamos hacer, limite nuestro desarrollo social o afecte a
nuestras relaciones personales.
Aquellos
padres que no permiten que sus hijos afronten situaciones correspondientes a su
edad y los sobreprotegen para evitarles la frustración, el temor o el fracaso,
fomentan el desarrollo de la timidez (una consecuencia más de la
sobreprotección). También la fomentan aquellos que los obligan a realizar
demostraciones frente a las visitas o que los comparan con sus hermanos u otros
niños, provocándoles vergüenza y frustración.
Por tanto, es
importante intentar no cometer errores que propicien la timidez en los niños.
Padres, educadores y, en definitiva, cualquiera que trate con niños debe
intentar fomentar actitudes como:
- El diálogo:
hablar con ellos sobre aquello que les molesta, les duele y les frustra, sobre
lo que sienten, mostrando tolerancia y empatía.
- La flexibilidad:
hay que aceptar que se cometan errores. El exceso de severidad es perjudicial.
- El respeto:
hay que conseguir que el niño entienda la postura del adulto sin que se sienta
inferior, evitando humillaciones, especialmente en público, ya que fomentan el
desprecio hacia ellos mismos.
- La negociación:
las prohibiciones continuas y reiteradas fomentan la introversión.
¿Y cómo actuar ante un
niño tímido?
- No insistir, ni
forzarle, ni obligarle. Es muy común en los padres
insistir en que sea abierto y sociable, y presionarle para que muestre una
actitud para la que no está preparado. Cuanto más digamos, menos conseguiremos.
- Mostrar conductas
sociables. Los adultos somos los modelos del niño. Si actuamos
con naturalidad y espontaneidad antes situaciones nuevas y personas
desconocidas, aprenderán y asumirán esta manera de actuar con naturalidad.
- No etiquetar.
Evitar justificar su actitud con frases como "es que es muy
tímido...". Ya se sabe, las etiquetas son peligrosas. ¡Son como profecías!
Es mejor esperar a que se relaje a su ritmo.
- Ofrecerle
oportunidades para relacionarse y desarrollar habilidades sociales.
Quedar con otras familias con niños, realizar actividades extraescolares...
- Reconocerle sus
méritos. Valorar sus actitudes positivas ante la timidez le
ayudará a confiar en sí mismo y sentirse más seguro en el futuro.
Lo conseguiremos :)
Lo conseguiremos :)
Después
de hablar sobre la imagen y trabajar la definición y el concepto de la palabra Timidez, estaremos preparados para
cerrar los ojos y aproximarnos a la emoción a través de la música, en este
caso: Acuario (Suite "El carnaval
de los animales") - Camille Saint-Saëns.
Saint-Saëns
compuso El Carnaval de los animales en febrero de 1886 mientras veraneaba en un pequeño pueblo
de Austria. Originalmente la concibió para un grupo de cámara compuesto por
flauta, clarinete, dos pianos, armónica de cristal, xilófono, dos violines,
viola, violonchelo y contrabajo, pero también se suele interpretar hoy en la
versión para orquesta de cuerda, y con un glockenspiel (metalófono) en sustitución de la
infrecuente armónica de cristal.
En este caso escuchamos "Acuario": Pianos, instrumentos de cuerda, una flauta y el glockenspiel interpretan una melodía misteriosa, representando a diversos peces flotando dentro de un acuario.
Terminaremos con un
videocuento: Nadarín, del holandés Leo Lionni.
La
historia de Nadarín, como todos los libros de Leo Lionni, invita
a pensar y aprender valiosas lecciones vitales. El
valor de la diferencia y el respeto a quien por cultura o
aspecto físico no comparte las características comunes,
se
refleja en las primeras páginas de este clásico de
la literatura infantil de todos los tiempos. Más
aún, la superación de la timidez y de los miedos propios, la
fuerza de voluntad para disfrutar de lo que nos rodea pese
a las adversidades que se presenten y la solidaridad con
nuestros semejantes. Y como emblema de la obra, un
mensaje para los lectores: la unión hace la fuerza.
Al
finalizar el cuento, elaboramos una tarjeta sobre la Inseguridad, que formará
parte de nuestro propio diccionario de las emociones.
¡Esperamos
que os guste!
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