miércoles, 14 de noviembre de 2018

TALLER DE LAS EMOCIONES: ABURRIMIENTO



Esta semana os traigo una nueva emoción: el ABURRIMIENTO. Tengo que decir que la semana pasada era muy complicado acertar, pero anduvieron cerca con las sensaciones que les provocaba la imagen. Lo intentaron con tristeza, miedo y soledad, pero cuando probaban con alguna que ya habíamos visto, el resto protestaba: "¡Ya la hemos visto!". Por lo tanto siempre empezamos con un ejercicio intenso porque lo que más les gustaría es acertar la emoción de la semana. Lo convertimos en un juego y algunos ya se atreven a opinar sobre los colores o los personajes, los gestos, el lugar… Muy interesante porque nos está enseñando a ser críticos con lo que vemos, a saber analizarlo.

Hoy para comenzar, también haremos un ratito de meditación, la sesión 2 de mindfulness, como la semana pasada.



Todos hemos escuchado alguna vez a un niño decir eso de: “Me aburro! pero, ¿sabemos exactamente qué nos están queriendo decir? ¿Es aburrimiento? ¿Están experimentando otras emociones? Verónica Corsini, psicóloga, dice que es necesario reflexionar sobre el verdadero significado de “¡me aburro!”.
Uno de los problemas que se plantean es la sobreestimulación a la que están expuestos los niños. (Este aspecto se nombra en el libro “Educar en el asombro” de Catherine L´Ecuyerd, libro del que ya os he hablado cuando trabajamos el ASOMBRO). Corsini dice que, en las últimas décadas, han aumentado de manera notoria los diagnósticos de Hiperactividad y Déficit de Atención. “Deberíamos pararnos a pensar en cómo los niños de hoy en día tienen agenda repleta de actividades planificadas: colegio, actividades extraescolares, fiestas de cumpleaños, juguetes, aparatos electrónicos… Una cantidad ingente de actividades dirigidas que les permite estar, de manera pasiva, estimulados constantemente”. La experta asegura: “Para que el niño pueda ponerse en contacto con lo que quiere hacer y le gusta, es necesario que se aburra para que desee crear algo de manera activa. Y por activa me refiero a que el propio niño ponga en la actividad una parte de sí mismo. Esto genera una mayor autonomía respecto del adulto que lleva, a su vez, a una mayor seguridad, así como a tolerar la frustración de un modo más efectivo ya que puede reconocer sus propio recursos”.
El aburrimiento les permite desarrollar su capacidad innata de ser creativos, dice la experta Teresa Belton, investigadora de la Universidad de Educación y Aprendizaje Permanente de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido. Las expectativas culturales de que los niños deben estar siempre activos podrían obstaculizar el desarrollo de su imaginación. Belton se reunió con la escritora Meera Syal y con el artista Grayson Perry para analizar cómo el aburrimiento había ayudado a su creatividad cuando eran niños. Syal dijo que el aburrimiento la instó a escribir, mientras que Perry dijo que es un "estado creativo". Belton conversó con varios autores, artistas y científicos para descubrir los efectos del aburrimiento. Concluyó: “Los niños necesitan tener tiempo para 'no hacer nada', tiempo para imaginar y perseguir sus propios procesos de pensamiento o asimilar sus experiencias a través del juego o simplemente observar el mundo que les rodea".

Pero, ¿Qué nos cuenta el emocionario sobre el aburrimiento?
También llamado hastío o desgana, el aburrimiento es una mezcla de fastidio y cansancio que surge cuando no hacemos nada o cuando lo que hacemos no nos gusta ni satisface. Aquellos que se encuentran temporalmente aburridos pueden considerar su estado como una mera pérdida de tiempo, aunque no lo es. Una curiosidad del aburrimiento es su relación con el tiempo: si lo pasamos bien el tiempo pasa volando, pero si, por el contrario, estamos aburridos, el tiempo se estira como un chicle y se nos hace eterno. Cuando en clase oímos el timbre y preguntamos ¿ya es la hora? Es una señal de que lo hemos pasado bien. Pero si miramos el reloj continuamente, estemos donde estemos, es señal de que el tiempo pasa tan lento que los minutos parecen horas. Otro aspecto que tiene el aburrimiento es que parece que va disminuyendo con la edad. Yo no tengo tiempo de aburrirme, me gustaría que el día tuviera más horas o poder aburrirme alguna vez…
Como siempre, el aburrimiento crónico es tan insano como el estrés. No se puede vivir sin motivación, que es lo que nos lleva a movernos y conseguir objetivos. Una forma de vencer el aburrimiento es lanzar ideas que nos despierten la ilusión.

Os recomiendo leer este artículo que explica perfectamente por qué el aburrimiento es bueno en los niños. El artículo, además, propone una idea genial: el tarro del aburrimiento. Un bote lleno de ideas escritas en trozos de papel. Si el niño se aburre, debe coger tres papelitos y elegir una de las propuestas. Y tranquilos, que hay muchísimas propuestas. Y, por supuesto, podéis añadir las vuestras…


¿Cuántas veces hemos oído exclamar a nuestros hijos: ¡Mamá, papá, me aburrooooo!? El tarro del aburrimiento (o mejor dicho, el tarro contra el aburrimiento) es un recurso que puede resultar interesante para utilizar en determinadas ocasiones con nuestros hijos. (El aula de Elena).

Después de hablar sobre la imagen y trabajar la definición y el concepto de la palabra aburrimiento, estaremos preparados para aproximarnos a la emoción a través de la música, en este caso «Cuadros de una exposición: Promenade (part 1)», del compositor ruso Modest Mussorgsky. En este caso de la mano del director de orquesta ruso Valery Gergiev, con la orquesta  filarmónica de Rotterdam (The Rotterdam Philharmonic Orchestra play "Pictures at an Exhibition" Promenade (part 1).
Músorgski escribió la obra para piano, aunque ha sido conocida y más interpretada por la orquestación que el compositor francés Maurice Ravel hizo de ella en 1922.
Músorgski compuso esta obra inspirado en diez pinturas y dibujos incluidos en una exposición póstuma de su gran amigo, el artista y arquitecto Víktor Hartmann, quien solo tenía 39 años cuando murió. La exposición fue organizada por Vladímir Stásov, escritor, crítico musical y asesor del Círculo de Balakirev. A manera de homenaje, el compositor quiso «dibujar en música» algunos de los cuadros expuestos. Dibujar en música es hacer música programática, que es la música que tiene por objetivo evocar ideas e imágenes en la mente del oyente, representando musicalmente una escena, una imagen, un cuadro o un estado de ánimo.

Espero que os guste y la disfrutéis.




Terminaremos con un cuento: ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, de Raquel Díaz Reguera. Publicado en 2010, es su primer álbum ilustrado, de la mano de la editorial Thule. El libro llegó a ser en pocos meses todo un éxito de ventas, convirtiéndose en un álbum de referencia en los colegios con el que trabajar el tema de la igualdad y la coeducación. En nuestro caso también el aburrimiento, porque Carlota estaba tan aburrida de su vida… Una deliciosa historia que os va a encantar, estoy segura. "Carlota estaba harta y aburrida del rosa y de su aburrida vida de princesa. Carlota no quería besar sapos para ver si eran príncipes azules. Carlota siempre se preguntaba por qué no había princesas que cazaran dragones o volaran en globo".
Al finalizar el cuento, elaboramos una tarjeta sobre el aburrimiento, que formará parte de nuestro propio diccionario de las emociones. Pero antes nos haremos preguntas: ¿Nos aburrimos? ¿Cuándo nos aburrimos? ¿Lo hacemos con frecuencia?  Nos centraremos, como siempre, en nuestras propias experiencias para profundizar en la emoción.

¡Espero que os guste!




Y DE REGALO:

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