En el mes de abril recibí un regalo muy
especial, el día 22 para ser más exactos. Era mi cumpleaños y ¡todo el mundo lo
sabía! No se pueden tener secretos, pensé. Mi regalo era un vídeo donde los
niños y las familias me felicitaban y me mandaban mensajes llenos de cariño. Un vídeo hecho con mucho Amor, que me ha gustado muchísimo. La verdad es que tengo unos alumnos
maravillosos y, como no puede ser de otra manera, unas familias también
maravillosas. Soy afortunada porque los tres años que llevamos juntos me lo han
puesto muy fácil.
Pero lo cierto es que aunque uno piense que
está a salvo de que un día se le puedan desbordar las emociones como se
desborda un río, se equivoca. Un día alguien llega y te da lecciones de ternura,
afecto y cariño conmovedoras y no sabes dónde meterte, donde esconderte, donde
agarrarte para que el cauce de ese río no te arrastre mientras lloras a moco
tendido. Y es que llorar “de emoción” o “de alegría” alguna función debe tener.
Lo más seguro es que sea para restaurar el equilibrio emocional. En mi caso, la
primera vez que vi el vídeo tuve que hacerlo en varios tramos. Después, he
podido verlo muchas veces, con calma y serenidad.
Tengo que decir, que el vídeo siempre me
produce una felicidad inmensa: actos como soplar una vela por mí, tirarme
besos, desearme todo lo mejor con esa complicidad en familia, esos deseos de
volver a clase todos juntos, hacerme una tarta de colores, entonar como en un
coro la letra y la música de Cumpleaños Feliz, saber que me echan de menos como
yo a ellos, esos dibujos tan bonitos que me dedican, esos abrazos, esos
mensajes, esas calas blancas, preciosas, en ese arroyo y ese campo lleno de
verdor y de frescura, esas caritas preciosas diciendo Felicidades Pilar, esos
besos, esa puesta en escena de niños, pizarras y pompones blancos, que casi cojo uno, esas láminas con motivos de cumpleaños intercaladas en el vídeo, llenas de sensibilidad...
Y esas voces felicitándome detrás la cámara, de todos los Spielberg que han
inmortalizado esos momentos para mí. Son mucho más que un regalo.
Ese FELIZ CUMPLEAÑOS encierra mucho más. Es como
una vitamina contra la tristeza, es algo que me ha hecho sentir muy bien, sobre
todo porque es mi último año con ellos, mi último año en el cole, mi último año
dando clase, mi último año… Pero esa es otra historia.
La historia de ahora es la historia de un vídeo
y de cómo niños y familias se unieron para hacer algo por mí, pensando en mí… y
eso os lo agradeceré siempre. Estoy segura de que ya formo parte de vuestra
vida, como vosotros formáis parte de la mía. ¡Muchas gracias!
Sucedió hace más de un mes y no había
compartido el vídeo, era como si este tesoro lo quisiera solo para mí ;) O
porque hasta ahora no había visto el momento, como hacen los escritores que
escriben algo y antes de publicarlo lo dejan dormir en un cajón para retomarlo
luego, pasado un tiempo, y hacer esa lectura definitiva que les lleve a poner
el punto final.
Y bueno, aunque el vídeo me lo habéis dedicado
a mí, esta entrada os la dedico yo a vosotros, con todo mi cariño.
Sois los mejores.
Os quiero, hasta el infinito y más allá.
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